Friday, March 24, 2006

La corrección


Es una costumbre pensar, incluso en Argentina, que las ideas, buenas o malas, se combaten bajo una única forma: con ideas. Este principio banal y fundante, este lugar común de primer orden, deja cada vez más de serlo justamente en el lugar, en el espacio geográfico donde mejor se han promovido los valores (o los mitos, según quien los juzgue) con lo cuales se ha identificado Occidente en materia de libertades individuales. Ese lugar es Europa. A los casos epónimos de Oriana Fallaci y Alain Finkielkraut se agregan otros –recordemos que a la periodista italiana la juzgaron en tribunales por escribir que la inmigración árabe-musulmana resultaba una amenaza para la supervivencia de Europa, al filósofo francés estuvo a punto de ocurrirle lo mismo al cargar contra los magrebinos de la banlieue parisina. No hace tanto se dio a conocer el arresto del historiador negacionista David Irving, sobre la base de una ley austríaca que castiga la negación de la Shoah. Y luego los dos últimos casos de una larga cadena: el de Francia, donde por ley se exige que en las escuelas las maestras y profesores difundan el rol "positivo" del Imperio francés en sus colonias –aunque hubo luego un marcha atrás. Y el de República Checa, donde se ha penalizado negar que existió "genocidio" durante el pasado comunista del país.

Desde luego, parece no importar que las ideas que pueden llevar a la cárcel sean de derecha o de izquierda, o lo que hoy se entiende por eso. La cuestión, por su peso, excede el análisis de las buenas o malas razones, de las buenas o malas intenciones que existen para convertir una idea en un crimen (en el caso francés, la incorporación de las vacunas en las vastas zonas donde no se las conocía; en el caso checo, los asesinatos del régimen comunista, que sin embargo no derivó en "genocidio", palabra mayor). Todo más bien cae bajo las fauces chirles de lo políticamente correcto. Que conduce a imponer por ley las versiones de la Historia. Una ideología, la de la corrección política, que es tanto más peligrosa porque se presenta como progre y hasta de izquierda. Cuando amenazar con el encierro --y el peso de la ley-- por lo que uno expresa es hasta de una caricatura del totalitarismo en los inevitables films futuristas. El principio básico de "decir todo, censurar nada", ese lema fundante del liberalismo, se ha vuelto ahora radical, de cara al mundo indignadamente represor de lo políticamente correcto. Y por último, ¿qué efectos buscan quienes quieren forjar por ley una Historia a-histórica, de escuela primaria, legalista e institucional?

Sergio Di Nucci

8 comments:

Anonymous said...

entiendo el punto: pero la corrección política ha ayudado entre otras cosas a un repeto por las minorías, a un respeto por la mujer en las universidades, a un respeto por cuestiones que de otro modo seguirían bajo el peso de la perpetua y aberrante injusticia. En Argentina, no vayamos tan lejos, hace falta corrección política.

Anonymous said...

quiero aclarar que la persona que escribe como ARMANDO CAPALBO no es Armando Capalbo.

Anonymous said...

quiero aclarar que la persona que escribe como ARMANDO CAPALBO no es Armando Capalbo.

Anonymous said...

aunque yo también estoy por la conformación de un frente políticamente correcto y enconado contra el machismo.

Anonymous said...

habría que definir mejor que es y que no es la dichosa "corrección política", en este sentido la nota adolece de precisión y se extravía en generalidades.

martin said...

El caso de David Irving tuvo un poco de difusion aca..por lo menos le dieron dos paginas en el suplemento ñ de clarin de hace unos meses..donde se lo bardeaba bastante en una entrevista/articulo..



pd: queda mal decir bardear en un blog de literatura? ; )

Anonymous said...

No Martín, no: podés bardear a quien quieras. Gran bardo fue Homero, fue Shakespeare, fue Lugones.

Anonymous said...

autoridades de skoob, qué ingenioso nuestro travieso lector