Thursday, August 10, 2006

Buenos Aires, guía de pecadores

Cuando el terco lector se encuentra con una guía extranjera de la ciudad donde vive, probablemente espere encontrar algo que ignora en medio de un caos de inexactitudes. Tal vez el mejor elogio para el libro del profesor Jason Wilson (University College, London) sea que su libro decepciona doblemente aquellas expectativas entre malevolentes y conservadoras. No hay en Buenos Aires: A Cultural and Literary Companion (Prefacio de Alberto Manguel. Oxford: Signal Books, 1999, 250 + XII páginas, reeditado este año) ni lo uno ni lo otro: ni descubrimientos laterales ni grandes errores. Hay, sí, unas cuantas erratas para gratificar al ojo, especialmente en el lenguaje y la toponimia en español. Pero es en suma una guía útil, aunque no lo sea para argentinos.

Buenos Aires: A Cultural and Literary Companion se abre con un capítulo introductorio (págs. 4-56), que es histórico y morfológico. De los más de cuatrocientos años de la capital argentina Wilson nos narra sus otros tantos golpes, con los habituales insultos para la oligarquía agroganadera y los no menos habituales e insulsos cumplidos para Perón y Evita. Se describen el lenguaje, las comidas (las empanadas, “most delicious snacks in the world”, según el poeta P. J. Kavanagh -citado en pág. 38-, sin olvidar el revuelto gramajo, preferido por la hija de Wilson), los cafés (el preferido del autor era El Blasón, en Pueyrredón y Las Heras, cerca del departamento que le había prestado, a cambio del suyo en Londres, Oscar Masotta), los tranvías de ayer y los colectivos de hoy (Wilson nos advierte, razonablemente, que tengamos cuidado con los punguistas).

Después de esta introducción, el libro consiste en una rosa de los vientos, con cuatro capítulos, uno para cada punto cardinal – por supuesto, el Centro funge de Este en la ciudad junto al río inmóvil. Como era de esperar, Wilson es mejor, y más abundante cuando habla del Centro y del Norte que del Sur y del Oeste. Sobre estos barrios, él encuentra más cosas en los libros. Y ahí viven todos sus amigos. Las otras zonas, más grandes y más populosas, no permiten la cita oportuna de Octavio Paz, ni siquiera del “Marxist-Sartrian Juan José Sebreli” (pág. 81) o del “novelist Mempo Giardinelli (1947-)”, que dispone de seis entradas en el index.

En el prefacio, Alberto Manguel cuenta, en una memoria porteña, que su barrio era Belgrano y que las aventuras estaban en el Centro. Este eje norte-centro domina ideológicamente el libro, y no sólo por la cantidad de páginas que se le asigna. Como es poco probable que el flâneur extranjero se aparte de él, éste no es un reproche mayor. Más importante es otro problema: la dificultad para separar el pasado y el presente en las descripciones de lugares y ambientes, unida al gusto por mitos dudosos que acaso nunca fueron pero que con toda seguridad ya no son. La Guía Pirelli: Buenos Aires, sus alrededores y las costas de Uruguay de Diego Bigongiari, que Sudamericana publicó en 1993 (ahora está agotada), resolvía esta dificultad con elegancia –y es una fuente que Wilson usa, y no siempre cita.

En suma, Buenos Aires: A Cultural and Literary Companion es una guía útil para extranjeros, y aún lo sería para extranjeros hispanófonos. Parece más difícil de tentar con ella a un lector argentino. Pero podría tentar a españoles, y hasta a visitantes hispanoamericanos en Buenos Aires.

Javier de Pablo