Saturday, May 20, 2006

De pronto, el campus: Latinoamérica vista desde Harvard

A la producción histórica, sociológica, politológica, y económica sobre el pasado latinoamericano más reciente le resulta inútil pretender escaparse de dos peligros tan complementarios como implacables. Tanto más, cuanto ha sido emprendida en el mundo universitario norteamericano. Desde el punto de vista periodístico, sus temas y tópicos están lo suficientemente alejados del presente como para que el ayer y anteayer en que se ubican hayan perdido todos los prestigios y atractivos comerciales de una novedad o de una iluminación sobre una coyuntura oscura o de otro modo menos inexplicable. Y desde el punto de vista académico, el pasado al que se refieren está lo suficientemente cerca como para que sea imposible, más acá de los méritos de los autores, que estas investigaciones se conviertan en textos standard, más o menos definitivos y establecidos como referencias y perspectivas a tomar en cuenta de una manera relativamente inexorable.

Estas advertencias generales se verifican plenamente en el caso especial de Audacious Reforms: Institutional Invention and Democracy in Latin America (Baltimore and London: The Johns Hopkins University Press, 2000, 272 páginas), de Merilee S. Grindle, profesora de Desarrollo Internacional en la Universidad de Harvard. Su tema son aquellas reformas que en Venezuela, Bolivia y Argentina se proponían permitir una mayor participación ciudadana en los gobiernos regionales, locales y comunales. El énfasis está puesto sobre la ampliación de los derechos políticos, sobre la capacidad activa de elegir y pasiva de ser elegido en las municipalidades y gobiernos autónomos de las ciudades. ¿Por qué los Estados, las élites políticas y los partidos renuncian a ejercer un poder directo y discrecional y lo ceden a la ciudadanía? Esta es la pregunta que funciona como heurística de Audacious Reforms. Hay que decir que es una pregunta ingenua, cuyos supuestos no tienen justificación, aunque sean muy estudiadas (por la autora) las respuestas y estén dispuestas en cuadros sinópticos ("boxes") muy primorosos (es imposible mirar el de la página 36 sin sonreír).

El problema mayor del libro es que el tópico preferido parece haber perdido la relevancia que su autora le auguraba, acaso con excelentes razones, cuando inició la investigación. Los cambios revolucionarios de la presidencia de Hugo Chávez en Venezuela, la protesta social en Bolivia, las consecuencias de la terca recesión argentina barrieron o dejaron en un muy segundo plano las trabajadas mutaciones institucionales que interesan a Grindle, a veces desde un punto de visto demasiado jurídico -en el sentido más estrecho del término. Por supuesto que esas metamorfosis se encuentran muy bien analizadas, que la perspectiva comparativa es muy útil y aun indispensable para entenderlas, y que el lector informado queda mucho más enterado de innúmeros aspectos después de leer el libro y sabe que no perdió todo su tiempo ni su dinero.

Una cuestión irresoluble es que aquellos hipotéticos lectores informados tienden a ser más bien pocos. Y, por lo dicho más arriba, es un libro que es improbable que se emplee universitariamente en las carreras y cursos de grado. Es carne de bibliografía de seminario de posgrado, de congreso, de centro de estudios para el análisis de la realidad latinoamericana; puede servir a periodistas y a legisladores.

En la contratapa, un profesor de la Northwestern University elogia, entre otras hipérboles, la "engaging prose" de Grindle. Hay que decir, también, que en verdad es sólo una correcta prosa académica, candorosa y repetitiva.

Javier de Pablo

Friday, May 05, 2006

Cómo convertirse en periodista

¿Cómo escribir en los diarios, cómo hablar en la radio y en la televisión, cómo hacer carrera “en comunicación”? Existe un libro que responde a estas preguntas. Quien lo lea y sepa penetrar el sentido de sus máximas se convertirá en todo un periodista. Más que un manual es una biblia. Jean Dutourd, de la Academia francesa, escribió hace más de quince años Ca bouge dans le prêt-à-porter: Traité de Journalisme (París, Flammarion, 1989, 178 páginas), donde repasa los lugares comunes del periodismo francés, que resulta tan nuestro.
Entre tantas revelaciones, no falta información, por ejemplo, sobre los títulos de notas que aluden siempre a los mismos films. Como el buñuelesco discreto encanto de la burguesía: Es posible hallarle un encanto discreto a casi todo, descubre Dutourd: "el discreto encanto de un libro, de un filósofo, de las elecciones municipales, de los bancos nacionalizados, hasta de los ensayos atómicos”.
O sobre el periodismo de las páginas rojas tan Clarín, o tan María Laura Santillán. Acerca de las notas correctas en la prensa, escribe Dutourd que “el caso del incesto exige tacto. Si se produce entre hermano y hermana, o entre madre e hijo, no es tan malo y hasta puede, en rigor, producir una sonrisa. ‘Por el contrario’, entre un padre y su hija, es una ‘monstruosidad’, una ‘agresión intolerable’ que conviene ‘sancionar sin piedad’".
Ser de izquierda en el periodismo cultural es algo casi natural, habla bien de uno, los lectores se sienten cómodos como cuando su vecino raro se compra un perro. Por eso el periodista de derecha es siempre, por definición, un enfermo, un psicótico. Sin embargo, “el periodista de izquierda que cae en la redacción de un diario de derecha es como un parisino en provincias. Lo que dice más acerca de las derechas nacionales que de la izquierda francesa". Así en el cielo como en la tierra.

Sergio Di Nucci