A la producción histórica, sociológica, politológica, y económica sobre el pasado latinoamericano más reciente le resulta inútil pretender escaparse de dos peligros tan complementarios como implacables. Tanto más, cuanto ha sido emprendida en el mundo universitario norteamericano. Desde el punto de vista periodístico, sus temas y tópicos están lo suficientemente alejados del presente como para que el ayer y anteayer en que se ubican hayan perdido todos los prestigios y atractivos comerciales de una novedad o de una iluminación sobre una coyuntura oscura o de otro modo menos inexplicable. Y desde el punto de vista académico, el pasado al que se refieren está lo suficientemente cerca como para que sea imposible, más acá de los méritos de los autores, que estas investigaciones se conviertan en textos standard, más o menos definitivos y establecidos como referencias y perspectivas a tomar en cuenta de una manera relativamente inexorable.
Estas advertencias generales se verifican plenamente en el caso especial de Audacious Reforms: Institutional Invention and Democracy in Latin America (Baltimore and London: The Johns Hopkins University Press, 2000, 272 páginas), de Merilee S. Grindle, profesora de Desarrollo Internacional en la Universidad de Harvard. Su tema son aquellas reformas que en Venezuela, Bolivia y Argentina se proponían permitir una mayor participación ciudadana en los gobiernos regionales, locales y comunales. El énfasis está puesto sobre la ampliación de los derechos políticos, sobre la capacidad activa de elegir y pasiva de ser elegido en las municipalidades y gobiernos autónomos de las ciudades. ¿Por qué los Estados, las élites políticas y los partidos renuncian a ejercer un poder directo y discrecional y lo ceden a la ciudadanía? Esta es la pregunta que funciona como heurística de Audacious Reforms. Hay que decir que es una pregunta ingenua, cuyos supuestos no tienen justificación, aunque sean muy estudiadas (por la autora) las respuestas y estén dispuestas en cuadros sinópticos ("boxes") muy primorosos (es imposible mirar el de la página 36 sin sonreír).
El problema mayor del libro es que el tópico preferido parece haber perdido la relevancia que su autora le auguraba, acaso con excelentes razones, cuando inició la investigación. Los cambios revolucionarios de la presidencia de Hugo Chávez en Venezuela, la protesta social en Bolivia, las consecuencias de la terca recesión argentina barrieron o dejaron en un muy segundo plano las trabajadas mutaciones institucionales que interesan a Grindle, a veces desde un punto de visto demasiado jurídico -en el sentido más estrecho del término. Por supuesto que esas metamorfosis se encuentran muy bien analizadas, que la perspectiva comparativa es muy útil y aun indispensable para entenderlas, y que el lector informado queda mucho más enterado de innúmeros aspectos después de leer el libro y sabe que no perdió todo su tiempo ni su dinero.
Una cuestión irresoluble es que aquellos hipotéticos lectores informados tienden a ser más bien pocos. Y, por lo dicho más arriba, es un libro que es improbable que se emplee universitariamente en las carreras y cursos de grado. Es carne de bibliografía de seminario de posgrado, de congreso, de centro de estudios para el análisis de la realidad latinoamericana; puede servir a periodistas y a legisladores.
En la contratapa, un profesor de la Northwestern University elogia, entre otras hipérboles, la "engaging prose" de Grindle. Hay que decir, también, que en verdad es sólo una correcta prosa académica, candorosa y repetitiva.
Javier de Pablo
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